Campisábalos está situado en el extremo noroeste de la provincia de Guadalajara, tiene una extensión de 53,99 km.2 y una población de 92 habitantes.
Situado en la Sierra de Pela, muy cercano a los límites donde se unen tierras guadalajareñas con las sorianas y las segovianas, su naturaleza extrema ofrece parajes de impresionante belleza, cincelados por su clima y por el trabajo de la erosión.
En este entorno destaca especialmente, como preciado tesoro, una de las mejores muestras del arte románico y mudéjar de la Provincia de Guadalajara.
Campisábalos es un pueblo de la provincia de Guadalajara, perteneciente al partido judicial de Sigüenza.
El nombre de Campisábalos no tiene una base sólida de procedencia. Una de las versiones, bastante tradicional, nos cuenta que en tiempos antiguos, se libró una gran batalla cerca de sus pinares. Al preguntar por el éxito de ella uno dé los generales contesto: “ha sido completamente feliz, la Victoria ha coronado nuestros esfuerzos; el campo enemigo ha quedado lleno de cadáveres, tanto, que al regresar a casa de nuestro triunfo, hasta el can, pisábalos….”, refiriéndose, sin duda a un perro que llevaban los vencedores.
Existen otras versiones acerca del origen o etimología del nombre de Campisábalos: Una esta relacionada con la meteorología invernal del lugar, pues antiguamente estas tierras pasaban prácticamente todo el invierno cubiertas de nieve y, de ahí, se les denominaban “campos albos” degenerando en el actual Campisábalos. Otra versión hace referencia a los pececillos llamados “sábalos” que se veían en abundancia en los arroyos de la zona, pasándose a denominar “campo de sábalos” y mas tarde Campisábalos.
Las primeras huellas localizadas de la ocupación humana del término pertenecen a un momento indeterminado de la Edad del Bronce que en el territorio está muy bien representado. Parecen ser yacimientos estacionales relacionados con las vías de comunicación entre ambas mesetas, con los valles ubicados más al sur y con la cercanía de cursos de agua. Las cerámicas aquí localizadas así como la industria lítica no permiten realizar mayores precisiones cronológicas pero el conjunto indica una densa ocupación del territorio por pequeñas comunidades de ganaderos que complementarían su dieta con la recolección y la caza, dejando incluso algunas muestras de su arte que, aunque muy deterioradas, se conservan en algún abrigo como el Portalón en el cercano término de Villacadima.
Nos extraña la ausencia de yacimientos de la Edad del Hierro en el término especialmente los de época celtibérica, pero este hecho puede tener su explicación en la enorme irradiación que la celtibérica Tiermes ejercería sobre todo el territorio circundante y estos territorios de la Sierra de Pela formarían evidentemente parte de su área de influencia.
Tampoco se ha localizado yacimiento romano alguno, probablemente por las mismas razones que acabamos de exponer, aunque evidentemente la influencia ejercida por la urbe de Tiermes sobre el territorio sería si cabe mayor tal y como indican los sondeos paleoecológicos realizados en la cercana laguna de Somolinos, que parecen demostrar la práctica desaparición de la vegetación arbórea en la zona entre comienzos el S. I y el S. IV d.C., sin duda relacionada con las necesidades de combustible de la población y con la explotación intensiva del territorio a nivel ganadero.
La zona debió despoblarse considerablemente en época visigoda y de resultas de este hecho se registra un nuevo auge de la vegetación arbórea que se prolongará hasta la época de la repoblación castellana de la zona en el S. XII. No obstante hemos registrado arqueológicamente una reocupación del territorio en época andalusí, en muchos casos coincidente con la de la Edad del Bronce puesto que vuelven a establecerse en los mismos lugares, debido nuevamente al desarrollo de la actividad ganadera. Además hay que tener en cuenta que la Sierra de Pela fue en esta época un baluarte natural frente a las acometidas castellanas y en ella, no en el término de Campisábalos pero sí en otros limítrofes, se han localizado algunos torreones y atalayas que formarían parte del sistema defensivo de la Marca Media y que protegerían algunos de los caminos de paso entre ambas mesetas, como el que desde Campisábalos enlaza con Manzanares y Tiermes ya en la provincia de Soria. De lo que no cabe duda es que la zona no estuvo despoblada en la época islámica y que aquellas gentes dejaron un sustrato evidente.
Tras la repoblación castellana Campisábalos quedó incluida en el Común de Villa y Tierra de Atienza. Pero a nivel histórico la primera noticia sobre la localidad es de 1269 en que aparece citada entre las que colaboran a la dotación de una cátedra de gramática en Atienza, apareciendo de nuevo mencionada en la estadística de 1353 de los pueblos pertenecientes al obispado de Sigüenza. Es precisamente en un momento anterior, entre finales del S. XII y comienzos del XIII, cuando se construye su magnífica iglesia parroquial de San Bartolomé y la aneja capilla de San Galindo, joyas del románico provincial.
A finales de la Edad Media se incluyó en los dominios de los Condes de Medinaceli, pasando más tarde, merced a las capitulaciones matrimoniales de doña Ana de la Cerda, al patrimonio de los Mendoza, perteneciendo a las casas de los duques de Pastrana, del Infantado y de Osuna.
En el S. XVI conocemos el paso por el término del clérigo Claude de Bronseval que acompañaba al abad de Claraval Edme de Saulieu en la visita regular a los monasterios cistercienses de España y Portugal. Los citados y otros miembros de su séquito pasaron una noche en Campisábalos exactamente la del 22 de marzo de 1533. El autor describe la localidad como un lugar miserable, donde ellos no fueron bien atendidos pero sus caballos sí. Lo cierto es que estas quejas se repiten en la mayor parte de las localidades por las que pasan por lo que tampoco deben ser tenidas muy en cuenta.
Del S. XVII tenemos algunas noticias del hospital que nos brinda D. Francisco Layna Serrano en su libro sobre el románico en Guadalajara que no dejan de ser interesantes. Transcribimos literalmente: “En un libro de cuentas de la parroquia, he visto no pocos documentos relativos a reclamaciones hechas por el pueblo a las autoridades eclesiásticas sobre incumplimiento por parte de los Regidores y Justicias de Atienza, de sus obligaciones respecto a Campisábalos como patronos y administradores de los bienes legados por el caballero Galindo o Sangalindo (de ambos modos se le llama) para determinadas obras pías; dicen esas alegaciones que ay costumbre inmemorial…que cada año se dá al concejo de dicho lugar doze ducados para alimentar y dar limosna a los pobres que acuden al gospital (sic) del dicho lugar… y estos se suelen poner en poder de un depositario para que aquél los dé y distribuya según convenga, y aora de poco tiempo a esta parte el patrón que es los vecinos de la villa de Atienza nos han derrogado esta costumbre de manera que no nos dan más cuatro ducados cada un año… Las sentencias, falladas en primera instancia por el provisor de Sigüenza en 1602 y por el Dr. Cetina el año 1604 en segunda instancia, son favorables a Campisábalos, que pudo cobrar de los patronos del Hospital de San Julián en Atienza (justicias y regidores de la villa), la cantidad asignada al hospital de Campisábalos por el señor de Sangalindo; lo prueba, repartimiento de estos doce ducados entre personas humildes, cuyos asientos sólo se interrumpen avanzado el S. XIX. En el libro inventario de bienes del Hospital de Atienza, existirían los datos precisos para identificar la personalidad del caballero donante, enterrado en su capilla de Campisábalos, pero al roturar los baldíos en el siglo pasado, era frecuente conseguir que mediante unas pesetas el depositario del libro donde figuraban las propiedades de la fundación, se aviniera a arrancar la hoja donde constaba la tierra nuevamente aprovechada; como era el único documento acreditativo del derecho posesorio, al desaparecer, el nuevo dueño veía asegurada la propiedad, y así, del libro mencionado solo quedan las tapas.
Hoy por hoy es imposible saber quien fue ese caballero Galindo que quizá tomó el sobrenombre de Sangalindo en honor a su santo patrón, como era frecuente. En la antigua jurisdicción de Atienza, sobre la meseta alcarreña al sudoeste de Jadraque, hay un pueblo que se llama Casas de San Galindo, y las rentas de esa aldea formaban parte del patrimonio de los hospitales de Atienza y Campisábalos, según acreditan los documentos arriba citados. ¿Sería este Don Galindo el dueño de las aldeas de Vallaga, Ova (Hueva) y Almonacid de Zorita donadas a la Orden de Calatrava por Alfonso VIII en 1176 según privilegio rodado que se conserva en el Archivo Histórico Nacional? Es posible.”
En el S. XVIII el Catastro del marqués de la Ensenada, cuyo interrogatorio de respuestas generales fue llevado a cabo el 2 de septiembre de 1753 nos aporta algunas informaciones de interés, por ejemplo que la localidad tenía 59 vecinos, dos clérigos, 66 casas, una taberna, una panadería y un hospital. La idea general que se extrae es que nos encontramos ante un lugar dedicado intensamente a la agricultura y la ganadería y que no está pasando por sus mejores momentos a nivel económico y por tanto social, como por otra parte ocurre en el resto del país que no ha conseguido superar todavía la gran crisis del S. XVII y los efectos de la todavía reciente Guerra de Sucesión de la que no se tiene noticia directa que afecte a la localidad ni a su término.
Tampoco se tiene referencia alguna directa de que Campisábalos se viera directamente afectado por la Guerra de la Independencia, sin embargo es más que probable que las partidas de El Empecinado, que según parece tenía un hospital de sangre en el vecino Somolinos, utilizaran el término como retaguardia y como zona de paso hacia tierras de la provincia de Soria, aunque, insistimos, no hemos localizado una sola referencia escrita sobre esta época.
A comienzos del S. XIX, concretamente en 1826 durante el reinado de Fernando VII, según S. de Miñano la población había aumentado considerablemente y tenía 109 vecinos y 437 habitantes.
Las Guerras carlistas sí que afectaron al término como queda registrado en las memorias del alemán Félix Lichnowsky, que en el año 1837 se estableció por breves horas en Campisábalos junto con todo el ejército del pretendiente D. Carlos que se batía en retirada tras el infructuoso intento de tomar Madrid. La estancia del ejército carlista en la localidad se llevó a cabo el 25 de septiembre de 1837 y según el testimonio del militar germano apenas duró cinco horas puesto que las tropas de Espartero les venían pisando los talones, por lo que optaron por retirase hacia Caracena a través de los pasos de la Sierra de Pela, en un tránsito que por Gormaz y Burgo de Osma conduciría el ejército a sus bases de Navarra.
A mediados del mismo siglo Pascual Madoz nos habla de 77 vecinos y 270 almas, así como de la existencia de una industria de carpintería poco desarrollada.
Hasta hace poco a nivel arqueológico el área concreta donde se ubica Campisábalos era una de las grandes desconocidas de la provincia de Guadalajara, conociéndose únicamente un estudio sobre las estelas medievales de la iglesia. El yacimiento más cercano digno de ser reseñado es el ya citado abrigo de “El Portalón” en Villacadima que contiene interesantes manifestaciones rupestres, unas pinturas esquemáticas que pueden situarse cronológicamente entre el Calcolítico y el primer bronce meseteño. También son de interés los recientes hallazgos de yacimientos de la Edad del Bronce y de época islámica en el vecino término de Somolinos. No obstante la comarca de Atienza es rica en yacimientos arqueológicos siendo el más próximo a la zona que nos ocupa, entre los conocidos, la necrópolis celtibérica de “Los Arroyuelos” en Hijes excavada a mediados del S. XIX por Francisco de Paula Nicolaú y Bofarull y a comienzos del S. XX por el Marqués de Cerralbo.
Por otra parte en la Alta Edad Media la zona fue paso frecuente de tropas musulmanas y castellanas en razzia constante durante los siglos IX y X. La repoblación se inicia a finales del S. XI con la caída de todo el reino de Toledo en manos de Alfonso VI (1085) pasando a formar parte de la Comunidad de Villa y Tierra de Atienza, como ya se ha indicado antes, la más importante entre el Duero y el Tajo, destacando el aprovechamiento ganadero del territorio y convirtiéndose en paso obligado de algunos de los caminos más importantes de La Mesta entre ambas mesetas.
En este sentido la falta de fuentes históricas es si cabe más importante pero no deja de ser cierto que la estructuración de la Comunidad de Villa y Tierra de Atienza, a la que Campisábalos perteneció, se produjo a comienzos del S. XII y que por tanto es muy probable que la fundación de la localidad se produjera en los primeros cincuenta años del siglo al igual que la de la mayoría de las aldeas del Común.
Documentos Históricos